NO DARSE POR VENCIDO

NO DARSE POR VENCIDO
" SIEMPRE HAY QUE ESCOGER EL CAMINO CON CORAZON , LO CONTRARIO ES VIVIR EN EL ENGAÑO ¨

viernes, 12 de septiembre de 2014

KIHON:. ORDEN MENTE CUERPO



EL KIHON TE EDUCA LA TÉCNICA Y TU RELACIÓN CON EL TERRENO FÍSICO Y MENTAL

Por Darwin Rojas






Sin miedo no se entiende la vida
D.R.

La lucha desencadena los ánimos más profundos y arraigados de quien la transita y es sometido por el puro instinto de sobrevivir. En el instante en que se enfría la espalda por acción del peligro y el miedo que despierta cada célula del cuerpo, surge tu más amplia condición de humanidad.

El Kihon te activa el entendimiento del cuerpo, te orienta a asociarlo con tu intensidad primaria: la acción, ayuda a madurar el movimiento como un acto instintivo que moldea tu reacción ante el peligro y sus circunstancias.

El 22 de diciembre de 2013 bajando del cerro El Avila, desde la Julia, El Marquez, casi llegando a la salida de la Cota Mil, me cortaron el paso dos jóvenes delincuentes que con amenazas de estar armados querían mi insignificante bolso. Sin tener la certeza de que estuvieran sólo intimidándome con una supuesta arma, ambos antisociales con insultos y gestos amenazantes me exigían que les diera mis pertenencias.

Mi reacción entre sorpresa y miedo  fue sumamente rápida; leer en sus movimientos, su Kihon. Ver si realmente portaban un arma debajo de la franela fue fundamental para mi pronta reacción y así de manera espontánea decidir cómo actuar ante una delincuencia que, según las estadísticas, asesina sin ningún reparo, logre o no su cometido de hurto.

Conocer cómo es el rango de movimiento de mi cuerpo me orientó a controlar mi balance entre piedras y un terreno totalmente irregular y en pendiente. La soledad de un domingo a las 3:00 p.m. transformaba el episodio en una suerte de laboratorio donde mis cálculos debían ser exactos y mi relación cuerpo-mente y comprensión de la cultura del delincuente venezolano era vital.

Un movimiento mal elaborado de parte de ellos, demostró que ninguno llevaba arma, las imprecaciones violentas y amenazas con lo mejor de la jerga caraqueña me orientaron a llevar mi frente de comunicación a una intimidación mutua. Visualmente  observaba a dos delincuentes, mi experiencia me hacía temer por un tercero solapado o algún acto de riesgo por el afán de ocasionar daño a una víctima poco sumisa a sus exigencias.

Logré evitar un manotazo y el intento de agarrarme por el cuello, desplazar con exactitud, con decisión y temor  evitó que perdiera el control mental y mantenerme sensato ante tanta presión emocional.

Atribuyo a la práctica de Kihon calcular de manera eficiente la  distancia, inclinación del terreno y los posibles ataque que podrían alcanzarme al unir todas estas variantes. En el instante en que pensé que podía morir por un arma sorpresiva o un encuentro de golpes  mal estructurado en un perímetro de soledad absoluta mi gesto buscó ser más seguro, decidido a salir de esta variante que me imponía un típico acto violento de una ciudad carcomida por la delincuencia. Mi mente dijo: aquí no voy a morir. 

No me robaron, no me dispararon, esperemos que esos dos jóvenes venezolanos tengan la oportunidad de construir una vida y no respondan a la estadística acostumbrada; jóvenes muertos en ajuste de cuentas o en enfrentamientos con la policía.