"El Maestro, el pedagogo, se dirige al intelecto, a la imaginación, al sistema nervioso, a la entraña misma de su oyente. "
GEORGE STEINER
Las artes marciales aún acaparan la atención por la
manera en que resaltan la relación entre maestro y discípulo, en la disciplina
y rigor impuesto por el primero, con el ánimo de buscar la apertura de
conciencia del segundo y su libertad en la orientación y objetivo del conocimiento
que ha sabido recibir y agradecer.
El kihon del karate atrapa el movimiento del
practicante con el único fin de educarlo y programar el proceso biomecánico
según las propuestas del estilo y así lograr la máxima eficiencia del
movimiento de acuerdo a su contenido marcial.
Moldear el cuerpo según el kihon o técnica adecuada
va de la mano del ritmo y el pensamiento que impone el maestro en el
transcurrir del aprendizaje del alumno. El maestro marcial empuja, presiona
sabiendo que en el límite está el crecimiento y las conquistas en los espacios
de la mente y el espíritu.
En tiempos en que las nuevas tecnologías ofrecen al hombre común mayor facilidad para acceder a viejos y nuevos
capítulos del conocimiento, parece dejarse de lado el ímpetu formidable que
ofrece la cercanía entre el hombre que sabe y el hombre que quiere
saber.
La educación masiva indiscutiblemente enriquece a
un mayor porcentaje de la humanidad pero descuida la relación que surge
directamente del espíritu del maestro que otorga conocimiento a la vez que
forma en su pupilo valores y expande su conciencia.
Grande es nuestra época en individuos repletos de
datos y metodologías idóneas para enfrentar las nuevas demandas del hombre-profesional
y el hombre adaptable a las necesidades laborales y cambios sustanciales que el
mercado hace del uso y del tipo de conocimiento que se requieren para
satisfacer la demanda y nuevas expectativas del desarrollo social y de status.
La humanidad seguirá exportando naves repletas
de conocimientos prácticos y sostenibles que permitirán un mejor soporte para
mantener al hombre en el sistema y en los balances que ofrece la realidad
manipulada por una hiper información y la inmediatez comunicacional,
alejándonos, cada vez más, del lazo de afecto y compañía que ofrece el vínculo
cercano con el maestro y el interés del alumno.
En momentos en que las artes marciales se han
popularizado, a veces hasta el punto de desvirtuarse de su perímetro real, siguen
llamando la atención entre las nuevas generaciones de adeptos no sólo por su llamativo
menú de eficacia en el combate cuerpo a cuerpo. Me atrevo a decir que un
porcentaje importante, las busca como valiosa metodología para descubrir
nuestras facultades ocultas y grandes capacidades mentales y espirituales que
poseemos o presentimos poseer. Cualidades que afloran no sólo por las capacidades del alumno, sino también por la visión y talla oportuna del maestro.
D.R.