EL GUERRERO BLANCO
El encontrarse solo en la vida parece ser sólo cuestión de percepción, parece limitarse por los sentidos de lo práctico y lo contable. El mundo que ha construido el homo sapiens es increíble en los límites que le gusta imponerse. Su racionalidad lo ha llevado a elaborar un “mundo-estructura” que aunque a veces cómodo y seguro lo pierde, alejándolo de sus grandes cualidades y gran capacidad espiritual y no me refiero al espíritu meloso y de alta intensidad rosa. Invoco al espíritu de energía poderosa para crear afecto, creatividad, conocimiento y por sobre todo, la magia de la compasión.
El encontrarse solo en la vida parece ser sólo cuestión de percepción, parece limitarse por los sentidos de lo práctico y lo contable. El mundo que ha construido el homo sapiens es increíble en los límites que le gusta imponerse. Su racionalidad lo ha llevado a elaborar un “mundo-estructura” que aunque a veces cómodo y seguro lo pierde, alejándolo de sus grandes cualidades y gran capacidad espiritual y no me refiero al espíritu meloso y de alta intensidad rosa. Invoco al espíritu de energía poderosa para crear afecto, creatividad, conocimiento y por sobre todo, la magia de la compasión.
Hace una semana la cotidianidad me entregó la posibilidad de conocer al guerrero blanco. Sin armamento estaba tirado junto a unos arbustos, recogido en un dolor inefable parecía asumir cada instante sin remordimiento, sin lastima hacia sí mismo.
Era un gato blanco de no más de un mes de vida cuya inmovilidad parecía acentuar aún más la rapidez y vigor de su especie.
Era un gato blanco de no más de un mes de vida cuya inmovilidad parecía acentuar aún más la rapidez y vigor de su especie.
El encuentro no tuvo gritos, relámpagos ni trompetas. Tirado en la calle estaba el guerrero blanco aguantado su dolor, impávido a los transeúntes y a las miradas descuidadas de algunos. Hubo quienes quisieron tocarlo y quienes ni siquiera quisieron mirarlo. Hubo quienes no presintieron su lucha y su valentía, no vislumbraron el combate limpio mano a mano entre la vida y la muerte en donde la duda no tenía espacio ni podía tenerlo.
Lo rodeaban otros gatos que tenían como hogar la falda de esa colina caraqueña. Algunos habían hecho de la seguridad natural que les daba el monte y los árboles su hogar. Entre la vegetación frondosa y cruda se refugiaban de la intemperie y de la copiosa y sorpresiva lluvia de los climas tropicales
El guerrero blanco se veía agotado conteniendo un gran dolor. Quería mantener la cabeza en alto, su pelaje parecía brillar en la noche y como serpiente avanzaba centímetro a centímetro buscando un lugar más escondido. Cola, espalda, patas todo su cuerpo de felino reflejaba dolor. Su biomecánica exquisita era su mejor cobijo, enrollado en su cuerpo buscaba calor y una estrategia de batalla. Sin observar miedo en sus gestos no pude dejar de admirarlo. Era él y su vida, en él no había nada falso, era íntegro.
La noche la pasó en la comodidad de un hogar, acompañado por quienes respetaban su lucha transparente, su instinto inmaculado, su naturaleza sencilla, recibió el elogio con pureza y sin rodeos.
En una noche de cuidados y afecto el guerreo blanco mostró su carga genética, su carga ancestral. Sus ojos azules se abrían con firmeza hacía mi humanidad reflejando el dialogo e intimidad que veníamos llevando.
En una noche de cuidados y afecto el guerreo blanco mostró su carga genética, su carga ancestral. Sus ojos azules se abrían con firmeza hacía mi humanidad reflejando el dialogo e intimidad que veníamos llevando.
El guerrero blanco amaneció mucho mejor. Comió, tomo abundante agua y se dio tiempo para comenzar a jugar. Su ánimo contagio a mi familia, la fractura de fémur diagnosticada por el veterinario no parecía intimidarlo. Cuatro patas tiene un gato pero para el guerrero blanco no había problemas si habían sólo tres. Así comenzó con otra aventura. Saltando, cojeando, arrastrándose, se abrió a descubrir la casa. Descubrió los cojines mullidos de la sala, la superficie amplia y cómoda de las camas y el mundo extraordinario y misterioso que se ofrecía debajo de estas.
Hoy la baraja no mostró las espadas. El destino siempre tendrá sabores de luchas, odios, logros, amores y temores. El guerrero blanco sigue con su vida: cuando duerme, duerme, cuando vive, vive.
Sensei Darwin Rojas.
Hoy la baraja no mostró las espadas. El destino siempre tendrá sabores de luchas, odios, logros, amores y temores. El guerrero blanco sigue con su vida: cuando duerme, duerme, cuando vive, vive.
Sensei Darwin Rojas.