Somos lo que percibimos
Por Darwin Rojas
La naturaleza sigue constante en sus ritmos y evolución según las adaptaciones naturales que convoca su dialogo entre todos sus componentes y complejidades que implica mantener la armonía y una libre evolución.
En este tiempo regido por el avance tecnológico de un importante segmento de la humanidad, hablar de naturaleza pareciera tocar un tema alejado del devenir del hombre común y no de trascendencia inmediata en el abanico de productividad y eficiencia que hoy rige el escenario del vínculo con el éxito y lo correcto.
El sol y la luna pareciera que ya no existen más allá de la funcionalidad o el estrato del conocimiento científico, a excepción de momentos en que la sensibilidad y tal vez, algún sentimiento de origen nos catapulta lejos de la tecnología y sistematización del día a día y nos guía a comunicrnos con los cambios que la naturaleza mantiene y de donde jamás se ha permitido excluirnos.
Bajo este planteamiento se podría entender que el movimiento corporal orientado desde la perspectiva de las artes marciales, surgiría ante todo como el acto espontáneo de quien en derecho de las fuerzas primordiales de la naturaleza lo invoca a sobrevivir ante la vicisitud o el simple ataque a su unidad física, mental o emocional.
El hombre muere pero a toda costa intenta revertir el desenlace final, promueve mecanismos físicos para transformar su cuerpo en una unidad de combate y afilar su mente para actuar con la templanza y velocidad que amerita el acto supremo de defender la vida y la de sus seres más cercanos.
Las artes marciales siguen enamorando y educando al hombre que decide transitarlas y explorarlas. Movernos en conciencia de defensa y ataque nos despierta el intenso estado de observarnos y sentirnos efímeros en un conjunto mayor de misterios y realidades que ofrece el despertar hacia y en la Naturaleza.
Dejar a un lado el sentimiento de inmortalidad y de supremacía, más allá de debilitarnos nos esculpe como el artista que crea y a la vez irrumpe en su obra como espacio único e irrepetible de creación y cambios.
Los grandes maestros de las artes marciales se nutrieron en el combate cuerpo a cuerpo a sabiendas que la busqueda y el entrenamiento abarcaba un combate mayor. Encontrar nuestro lugar entre el amanecer y el ocaso.